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Roadshow virtual de Octavio Rojas

Blogs, prensa y anonimato

En un corto espacio de tiempo se han publicado un par de artículos en dos medios de comunicación, uno digital y otro impreso, no exactamente laudatorios con el fenómeno de los blogs. El primero está firmado por José María Pozuelo, Catedrático de la Universidad de Murcia, y se titula  Blog, bla, bla.

«Aborrezco de la forma y sentido que han adoptado algunos de los llamados blogs, o espacios de comunicación abierta en Internet. Sin embargo creo que un análisis meditado y frío convierte tal fenómeno en un enorme desafío y también en una excelente oportunidad para la prensa y los medios de comunicación».

Pone el ejemplo de un amigo suyo, escritor, que tras publicar una obra visita blogs donde los participantes, aún sin haber leído su obra, la denigran. Sin embargo, realiza una inmersión en el fenómeno y escruta el potencial que puede tener que millones de voces no controladas gubernamental o mediáticamente tengan el poder de escribir, y creo que ve algo muy positivo en ello. Opina, sin embargo, que el anonimato supone un riesgo grande porque sin responsabilidad de lo escrito, el ruido se vuelve insoportable. Estoy en buena parte de acuerdo, pero no perdamos de vista que el anonimato sigue siendo un instrumento extremadamente valioso para quienes tienen el arrojo de informar y opinar en regiones donde la libertad de expresión es aún hoy en día un bien nada común (y en España no tenemos que irnos muy lejos para encontrar ejemplos). En mi opinión, es un artículo positivo. (Juan Varela también comenta este artículo en Periodistas 21).

El otro artículo fue publicado por El Confidencial, en su sección El Cultiberio. Se titula Contra los blogs.

«El blog, esa peste bubónica del periodismo que se ha generalizado en el año que acaba de terminar, consiste en una página de internet -por lo común alojada en medios de comunicación- en la cual un señor escribe lo que le parece y otros le contestan. Allí mismo, en su misma página, en tiempo real. El lector puede ver, todo de una vez, el texto del autor original y los comentarios que van surgiendo».

El autor de la colunma de opinión, que escribe con pseudónimo, también está en contra del anonimato, pues «los blogs se han convertido en el territorio natural de una nutridísima partida de canallas que se dedican, gracias a tan bondadosas normas, al apasionante deporte del insulto». Sin embargo, su propuesta para "remediar" el problema no es lo que se dice perfecta:

«El lugar para la libre expresión de los lectores estaba ya inventado, y espléndidamente inventado: las Cartas al Director. Allí cada cual envía lo que se le antoja, con todos sus datos y haciéndose responsable de lo que dice, y se publican (o no) después de que un grupo de personas juzgan su interés, su oportunidad y desde luego eliminan aquellas que sólo contienen insultos».

El artículo contiene varios errores, como apuntan en Escolar (y añado el que los blogs están por lo general alojados en medios de comunicación). Precisamente, lo bueno que vemos algunos es que con los blogs, cada persona tiene su propio medio de comunicación, donde decide qué "cartas al director" son interesantes y cuáles no. No parece justo ni razonable a estas alturas que solo algunas personas posean el privilegio de escribir en una columna, o que tengan que esperar x días para ver publicados sus comentarios, cuando además es probable que podamos enriquecer la conversación con las aportaciones de nuestros lectores (que, como dice Dan Gillmor, «saben más que nosotros»).

Pero reconozcamos que los problemas crecen cuando sitios con sistemas de retroalimentación en abierto se hacen populares y que no es fácil gestionar el civismo. Como acertadamente afirman en O'Reilly Radar:

«It's hard to aggregate the wisdom of the crowd without aggregating their madness as well».

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